quinta-feira, 25 de novembro de 2010

CRÓNICA DE UNA GUERRA ANUNCIADA




La otra cara de Rio de Janeiro aparece hoy en todos los periódicos del mundo, no es la cara del samba, del fútbol o de las playas hermosas con sus mulatas de caderas seductoras. Es la cara de la violencia que nos enfrenta a una realidad que no hay como ocultar. 
Llegué en 1996 a Rio un primero de enero, un día de lluvia tropical con duración de cuarenta y ocho horas, una vez repuesta de la inclemencia del clima en verano propuse salir de la casa donde nos hospedábamos en Santa Teresa para conocer y sentir la ciudad. Salimos del garaje con mucha dificultad (el carro patinaba en un espacio muy estrecho entre la puerta del garaje y la calle) y muy rápidamente nos dimos cuenta de la presencia de jóvenes armados con fusiles de ultima generación a pocos metros de donde estábamos. Emergencia es emergencia así que decidimos pedir ayuda a estos jóvenes para salir de la situación. Con señales nos fue dicho que no podían abandonar su puesto de trabajo de “Olheros” (los que dan un ojo) y gentilmente nos fue encaminada una otra ayuda, así registre mi primera semana en esta ciudad.

Nuestros días en Santa Teresa transcurrieron entre la belleza del paisaje, la risa abierta de  nuestra anfitriona, los disparos constantes de ametralladoras que retumbaban en la noche y la vista gritante de marcas de balas incrustadas en la pared del comedor. 

Ya un tiempo después nos refugiamos en nuestra casa de la Urca, un supuesto remanso de paz en Rio. Allí los miedos cedieron y dieron paso al encanto de la ciudad, encanto que no me alejo ni me aleja hoy de la otra cara de las varias realidades en Rio de Janeiro.

He trabajado y sigo trabajando en lo que aquí se llama áreas de riesgo (comunidades carentes, o políticamente correcto como se dice “comunidades menos favorecidas”). Durante estos años he estado en contacto con moradores, grupos de mujeres, lideres comunitarios y he visto reflejado en sus rostros la imagen del miedo, de la desesperanza pero también el de la alegría y la esperanza, es esta ultima imagen la que me acompaña y me ha hecho llegar a creer de forma pseudo inocente que lo imposible puede ser posible.
 

Durante todos estos años viviendo como extranjera aquí en Rio he tenido que cargar con la estigmatización de la violencia de mi país, violencia que siempre pretendí en mi discurso con lo cariocas comparar con la realidad brasileña, o mejor, con la realidad del crecimiento no tan silencioso del poder del narco en Rio. Fue en vano. 

Durante muchos años escuche comentarios de horror o de asombro cuando decía que la violencia que yo veía aquí la reconocía porque la había vivido en Colombia y durante muchos años tuve que "argumentar" que mis comentarios no eran defensivos y eran si, el resultado de mi experiencia de trabajo en comunidades, poco a poco veía con preocupación  que la “narco-violencia” no era exclusiva de los Colombianos, los Bolivianos o los Mejicanos, en Brasil ya era pan de cada día.

Hace mucho tiempo que la violencia en Rio de Janeiro se mezclo en el cotidiano de esta ciudad de contrastes, de paisajes maravillosos, hace mucho ¿o será desde siempre? que la discriminación y las diferencias socio económicas y culturales se rindieron a los pies del Cristo Redentor, del Pan de Azúcar, de Ipanema, de Copacabana y se propago por la Avenida Brasil, por la Línea Vermelha hasta llegar al suburbio.

Los acontecimentos de este fin de semana en Rio de Janeiro parodiando a nuestro escritor Gabo son “Crónica de una guerra anunciada”. Todos sentíamos y sabíamos que junto con la brisa del mar llegaría el olor de la muerte. La olfateo cada vez cuando salgo muy tarde en la noche de mi consultorio en Copacabana y cuando una vez por semana atravieso en bus la frontera entre la zona sur y norte de la ciudad, mundos partidos, realidad de Rio. Realidad de Cali, Lima, Ciudad de México, Buenos Aires. Realidad de una América Latina que agoniza delante de nuestras miradas impotentes e porque no decir… indiferentes.

Esta tarde al regresar a casa he caminado por las calles de Botafogo. Los trabajadores y estudiantes que viven “al otro lado de la ciudad” se amontonaban en los paraderos de buses esperando ansiosos la llegada de un transporte público, un bus para ser tomado con el corazón apretado por el pánico escondido y suplicante por no caer en fuego cruzado.      Otras personas hablaban por celular con sus hijos, maridos, o amigos preguntando si ya estaban en casa.

Respiro hondo mientras me junto a un grupo de personas que miran atónitos en la televisión de un bar los carro-tanques prestados por la Marina entrando en la Villa Cruzeiro, el lugar donde dicen se han refugiado los bandidos de Rio después de las políticas de intervención en las favelas. En las imágenes aparece una camioneta en alta velocidad llena de fugitivos, disparos, más disparos, hombres corriendo como ratas que salen de una alcantarilla.             Un hombre a mi lado me mira angustiado y dice “Meu Deus..como é que pode”  (Mi Dios…como puede ser), y allí me doy cuenta que hace algunas noches pase por el mismo bar, todos reían, tomaban cerveza y celebraban la victoria del equipo de fútbol Fluminense. Sigo mi camino y pienso en “nuestra gente”, la gente que acompañamos desde hace un año en un proyecto de Desarrollo Local en Belford Roxo, allí talvez sea uno de los lugares donde con toda seguridad iran los bandidos después de esta nueva “ocupación”.

Rio 40 grados, purgatorio de la belleza y el caos, así canta Fernanda Abreu y así lo defino yo, no desde un sentir ajeno o extraño y si desde un sentir definido por la convivencia y el conocimiento de un Rio de Janeiro que para mi va más allá de sus atractivos turísticos. Intento descubrir si tengo miedo de vivir en esta ciudad, no lo sé, ya tuve que salir huyendo embarazada con una barriga de casi nueve meses de un supermercado en Bogotá por falsa alarma de bomba en los tiempos de Pablo Escobar y fui violentamente asaltada en Tegucigalpa, sólo sé que esta tarde al llegar a casa he buscado un refugio y un conforto y he llamado a una amiga para preguntar donde esta.

Oscureció en Rio y no sabemos como será mañana así como no se sabe como será mañana en alguna otra gran ciudad. Algunas sirenas suenan en la calle San Clemente, me asomo a mi ventana y esta noche el Cristo Redentor no está.

Luz Marina
Otras informaciones:
http://www.elpais.com/articulo/internacional/policia/brasilena/toma/fortin/narcotraficantes/Rio/elpepuint/20101126elpepuint_1/Tes

sexta-feira, 19 de novembro de 2010

POR UNA VIDA SIN DISCRIMINACIONES




El día 20 de noviembre, día nacional de la Conciencia Negra, es feriado en 267 municipios de 12 Estados del Brasil, según los datos proporcionados por la Secretaría Especial de Políticas de Promoción de la Igualdad Racial. Este día es una fecha que recuerda la muerte de Zumbi dos Palmares, símbolo de la resistencia negra contra la esclavitud, asesinado el 20 de noviembre de 1695 y sirve como momento de concientización y reflexión sobre la importancia de la cultura del pueblo africano en la formación de la cultura nacional Brasilera pero también es una fecha que nos invita a analizar como convivimos en nuestro cotidiano con las diferencias.

En mi espacio clínico escucho con gran preocupación a padres brasileños y extranjeros que hablan sobre la creciente violencia en las escuelas, el llamado Bullying (palabra inglesa que se refiere a los abusos psicológicos, sociales o físicos realizados por compañeros violentos del aula o de la escuela. El Bullying esta vinculado a situaciones de intimidación, humillación y presión psicológica a personas que por una determinada situación, no pueden defenderse o ejercer un poder que les permita parar la situación de violencia.

Interesante es observar que el Bullying no es exclusivo del ambiente escolar, este tipo de violencia también se hace presente en ambientes universitarios, trabajo y hasta entre vecinos. Basta que exista una situación de desequilibrio de poder o diferencias no aceptadas o toleradas para que se críen espacios violentos de dominación y sumisión.

La diferencia de cultura, lenguas, razas y opciones sexuales se convierte en un nido propicio para la discriminación y  es por esto que la escuela y la familia deben tomar un rol más activo. No es la celebración de un día la que nos educa, será el dialogo abierto y permanente, el reconocimiento, la auto aceptación y aceptación del otro, lo que nos permitirá entre otras cosas, crear un mundo sin discriminación que parta de nuestro propio espacio interno de aceptación de la CONVIVENCIA CON LAS DIFERENCIAS.

Comparto el video enviado en las noticias de noviembre por la organización Teaching Tolerance, quien desee recibir mayores informaciones sobre el tema tolerancia en las escuelas puede solicitar en este link

 http://www.tolerance.org/newsletters/signup?newsletter=TT111610
Abrazos
Luz Marina

domingo, 7 de novembro de 2010

¿UN NUEVO ESPACIO, UN NUEVO PAIS?



No pude evitar emocionarme al ver este video porque no es un video que solo promociona Rio de Janeiro como ciudad turística,  es un video que me hace admirar
los paisajes y lugares que hoy hacen parte de mi cotidiano en esta ciudad. Estas imágenes me traen recuerdos de gestos, encuentros y complicidades  nacidas, criadas y conquistadas a lo largo de mis  años de convivencia en esta ciudad.

Como todo extranjero/a ya pase por todas las fases de adaptación posibles: no puede, no puedo y me parece que me niego a perder mi acento colombo-latino.
Ya me sentí muy sola y muy perdida, ya compare y ya pelie. A veces sigo sintiéndome muy sola especialmente cuando pienso en “los míos” y sigo comparando como todo ser humano entre esto y aquello, y claro sigo peleando cuando mis necesidades y deseos entran en conflicto con mi realidad y mis limitaciones legales y burocráticas como extranjera.

Tengo la feliz oportunidad de compartir esto en el espacio clínico, explicando y me explicando, que la adaptación es un proceso y como proceso lleva  su tiempo, pero no todo lo podemos cargar en la cuenta del tiempo. Todas y todos vivimos los cambios, las perdidas, los apegos, los encuentros y los reconocimientos de forma diferente, nuestra historia nos marca, así como nos marcan nuestros juicios, nuestras creencias, nuestros valores y también nuestras Ausencias.

Cambiar de vida y vivir en otro país puede ser para algunos una oportunidad y para otros una pesadilla, esto puede depender de muchos aspectos externos e internos, de nuestro momento de vida, de las circunstancias personales, familiares y profesionales, de ventajas y desventajas que al final pueden ser tantas como tantos pueden ser los “depende”.

Seria interesante poder evaluar de que depende nuestra  fase de adaptación, si es de aspectos externos como por ejemplo el tamaño de la ciudad, los riesgos, el clima o el idioma entre otros, o si nuestro proceso de adaptación o -desadaptacion-  depende de aspectos internos tales como nuestra forma de lidiar con la soledad, nuestros grados de aceptación de las diferencias, la autoestima, los apegos y desapegos y el miedo a lo desconocido entre muchos otros factores emocionales y relacionales asociados al vinculo con nuestra familia, amigos y colegas.

Normalmente es una combinación de los dos aspectos. Todos los extranjeros/as: emigrantes, inmigrantes o ciudadanos del mundo vivimos en algún momento el llamado choque cultural que es una fase normal incluso entre nativos de un mismo país pero de diferente región. Hay que considerar esta fase como un proceso emocional natural, necesario para aprender a lidiar de forma positiva con la ansiedad, la crisis de identidad y la valorización de la nueva cultura anfitriona. 

Algunos autores señalan que los extranjeros vivimos etapas diferenciadas  durante el proceso de adaptación al nuevo pais y cultura:
Fase de luna de miel: donde todo es nuevo y exótico, es una etapa más concentrada en las semejanzas que en las diferencias culturales.
Fase de crisis o choque cultural: en esta fase lo exótico pasa a ser extraño y el “otro” nos resulta un extraño, al mismo tiempo que nos convertimos en extraños.
Fase de ajuste y reorientación: es una fase de re-estructuración y se comienzan hacer ajustes, algunos de ellos pueden ser realizados mismo sin haber alcanzado la fase de adaptación. Un ejemplo de ajuste  puede ser la búsqueda de personas o grupos con la misma realidad cultural.  la realización de viajes al  propio país en un momento de crisis, siendo que lo más saludable es el poder desarrollar competencias y habilidades que nos permitan lidiar con la nueva situación, para ello es conveniente buscar una ayuda especializada que además de las competencias y habilidades pueda fomentar un crecimiento personal en relación a los miedos, las perdidas, la aceptación e integración.
Fase de Adaptación: en esta fase se empieza aplicar las habilidades aprendidas y se comienza a  aceptar y disfrutar las diferencias culturales que en un principio nos atormentaba o rechazábamos.

Si bien la predisposición, sensibilidad intercultural, motivación, paciencia, tolerancia, empatía y oportunidades socio-económicas y familiares no son iguales  para todo el mundo, la búsqueda de un espacio de convivencia que nos permita el disfrute y el placer, el auto-reconocimiento y la aceptación mutua son un principio común dentro proceso de conocimiento, valoración y conquista del nuevo lugar, nuevo espacio, nuevo país.